martes, 13 de abril de 2010

Continuar.

Desperté con la amable sorpresa de escuchar voces en la cocina. Eran Gabriel y su novia, Victoria, estaban calentando leche para hacer chocolate. Me acerqué a ellos y sin decir nada los abracé, por supuesto, me saludaron de la misma forma y procedimos a contar todo lo que había pasado en esas dos semanas. Alegremente me hablaron del viaje que acababan de realizar a Los Cabos, con el hermoso mar, el cálido viento, los románticos paseos y el maravilloso hotel. Ellos habían vuelto desde el domingo, pero como el lunes la escuela, la familia y el trabajo se juntaron, no pudieron venir a saludar.

Gabriel siempre me insiste en que salga más, en que un poco de aire no me vendría mal. Yo no tardo en responder que la hora en que despierto no siempre es la más apropiada, es por eso que les dí a ellos las llaves de la casa, así siempre podrán venir a verme y pasar un tiempo aquí en la casa. No me molesta la gente, ni el ruido, ni los aromas del exterior, sólo prefiero no sentir todo eso al mismo tiempo, es demasiado. Los niños, los vendedores, las luces que me hacen sentir vulnerable y las miradas que no siempre se dirigen a mí pero...

También recordamos un poco otros momentos. Gabriel y yo somos amigos desde la secundaria, él anda con Victoria desde hace cuatro meses, yo no hablo con más personas desde hace un tiempo. Gabriel dice que me he alejado más y más del mundo, que por eso me regaló una computadora, para darme cuenta de las cosas buenas que hay. Yo, sinceramente, no encuentro un lugar donde pueda encajar. Mis horarios, mi alimentación, mi instinto y mi vida entera han cambiado, no sé si desde el contagio o un poco después, cuando mis padres murieron. Desde entonces Gabriel no me deja sola por mucho tiempo, también me ayuda a pagar todos los gastos de la casa, me ayuda a conseguir alimento cuando en la carnicería ya no hay... No sé si sea bueno o correcto hablar de esto, Gabriel dice que el blog me hará bien, que será como una terapia. Lo malo es que las terapias nunca han sido de gran ayuda para mí.

Tal vez hoy no sea un buen momento para salir, la lluvia intensifica mis ganas de correr y la noche me entrega energía de más. Prefiero esperar un poco, aguardar hasta sentirme mejor conmigo. Tal vez sea cierto, es probable que el blog me ayude a externar un poco las cosas que me afectan y con ello darme cuenta que nada es tan malo, que no todas las noches tienen que ser como esta y puede que haya en la ciudad un lugar donde no me sienta atacada. Sólo debo recordar primero comer bien y correr un poco, no quisiera herir a alguien con mi mal humor.

1 comentario:

  1. Guerra, me empieza a marcar tu historia, aunque todavía no conozca ni una millonésima parte de ella, pero sé que continuarás contándonosla a todos.

    Espero las próximas entradas, quiero conocerte poco a poco, un abrazo enorme desde este vertedero español en el que vivo y, ante todo, mucho ánimo con tus proyectos. Suerte

    ResponderEliminar

Aquí, entre nosotros y los observadores. Gracias.